El Momento Antes del Caos

Lo llamaron el NBA Combine: solo otro paso en el camino hacia la draft. Pero para mí, ver la sesión de Steph Curry en 2009 no fue solo escrutinio. Fue presenciar el nacimiento de una era.

Recuerdo revisar su video en Synergy Sports mientras evaluaba proyecciones pre-draft. En ese momento, muchos analistas dudaban: «Demasiado pequeño», «Sin futuro defensivo». Pero lo que me impactó no fue su tamaño… fue su concentración.

No necesitaba alboroto. Solo tenía que ser.

Datos vs Alma

Honestamente: a 1,91 m y 84 kg, Curry no parecía un titular de la NBA en 2009. Ni siquiera cerca. Sus números en el combine? Sólidos, pero no destacados—salto promedio, tiempos de sprint por debajo del promedio.

Pero aquí falla la estadística: no puede medir el fuego interior.

Su técnica al lanzar? Perfecta desde el principio—ningún movimiento innecesario, ninguna vacilación. No fue suerte; fue memoria muscular forjada en las calles de Chicago y mañanas temprano en Davidson.

Y cuando lanzó ese triple desde lejos tras un pase rápido durante los ejercicios?

Detuve el video dos veces… no por sorpresa… sino porque sabía que había visto algo raro.

De la Oscuridad a la Legitimidad en Una Noche de Draft

Los Warriors lo eligieron séptimo… no porque vieron grandeza, sino potencial. Y vamos a ser honestos: nadie esperaba esta transformación.

Pero aquí estamos—Curry promediando 24,5 puntos por partido esta temporada (junio 2024), liderando a Golden State con una calma y precisión que desafían la física.

Esto no es solo talento… es timing. La liga había cambiado para 2014–15: juego colectivo sobre fuerza bruta; espacios sobre físico; ritmo sobre caos.

Y Steph llegó justo cuando baloncesto lo necesitaba más.